12 jun 2015

La dependencia energética equivale a un rescate bancario cada año.

El coste de las importaciones de hidrocarburos se ha mantenido en el entorno del 4% del PIB.
 
Afecta directamente al crecimiento y al empleo por la pérdida de riqueza nacional que se transfiere al exterior y los precios elevados de la energía para empresas y hogares. Lo peor es que ese coste se impone desde el exterior.

Una política racional sería sustituir la dependencia de los hidrocarburos a través de la eficiencia energética para ahorrar gas y petróleo, que es lo que podemos controlar. Pero la paradoja energética de la recesión española es que con caídas del PIB y de la demanda energética se han incrementado las importaciones de hidrocarburos y cuando descienden los precios del petróleo se incrementa su consumo.
En 2015 España ha alcanzado el record histórico en compras de crudo y en el segundo semestre de 2014 volvieron al nivel de 2006.
La reforma energética se ha basado en incentivar el mayor consumo de gas y petróleo.
 
Se ha votado contra la Directiva de eficiencia energética con el argumento de que mayores objetivos de ahorro de energía son un obstáculo para la recuperación de la economía.
La dependencia energética se realimenta por una política interesada y peligrosa.
La locura es hacer depender la recuperación económica de la mayor dependencia energética. Es un riesgo para la seguridad del país. (Ver más >)